Los móviles matan… cuando llega la factura

Para los que no pudisteis asistir al evento Amazings Bilbao 2011 del pasado fin de semana ni tampoco conseguisteis verlo por streaming vía eitb.com, aquí está el vídeo de la charla que dimos Julián y yo sobre móviles y salud. Tiene los ingredientes de una buena presentación: chistes sobre gallegos y bilbaínos, gatitos… Solo faltan tetas y explosiones, pero de eso ya se encargó Sergio L. Palacios.

(Más charlas amazings en el canal de vturiserra)

Actualización: ya están colgadas las charlas en la web de eitb.tv.

Ver vídeo

De vuelta de Amazings Bilbao 2011

Ya hemos vuelto de Bilbao y debo decir que ¡ha sido una experiencia inmejorable! Tanto por las charlas y la organización del evento como por la masiva afluencia de público. Finalmente, la audiencia rebosó el auditorio del Bizkaia Aretoa, con un aforo para más de 450 personas. Pero, como siempre en estos casos, lo mejor vino después, cañita en mano, con la ola de desvirtualizaciones. En estas jornadas hemos tenido ocasión de conocer a una lista increíble de Amazers que me resultaría difícil enumerar. Y casi mejor ni lo intento, porque seguro que me dejaría alguno que después lamentaría no haber incluido.

Quizás nada resuma tan bien estas jornadas y este año de colaboración con Amazings como el vídeo que Kurioso, tras días de intenso trabajo en Bilbao, tuvo la generosidad de regalarnos. Aquí os lo dejo, para que lo disfrutéis:

Ver vídeo

¡Quedan cinco días para Amazings Bilbao 2011!

Seguro que la mayoría ya lo habéis oído, pero también aquí lo recordamos… por si aún queda algún despistado debajo de una piedra, o por si alguien gasta memoria de pez y a estas alturas decide hacer planes alternativos para el próximo fin de semana. Que ni se le ocurra. Este viernes hay que colapsar Renfe, Alsa, Ryanair y todos los hoteles de Bilbao: se celebra el evento Amazings Bilbao 2011.

Poco habrá que no hayáis leído ya sobre este evento. Entre los días 23 y 24 podréis asistir a las charlas de 30 de los mejores divulgadores científicos del momento. Cada una durará 10 minutos (estrictos, según recuerdan a los ponentes una y otra vez, razonablemente temerosos, los organizadores) por lo que promete ser un evento ágil, ameno y diferente. Gracias a la Cátedra de Cultura Científica, contamos además con las incomparables instalaciones del Nuevo Paraninfo de la Universidad del País Vasco, un edificio casi tan bonito como el Guggenheim y situado justo al lado.

Pero, insisto, probablemente todo esto ya lo sabíais, así que yo he venido aquí a hablar de mi libro. O más bien del «nuestro», ya que tanto Iñaki como tenemos una pequeña participación durante estas jornadas. Iñaki empaca su puntero láser para dar una ponencia a cuatro manos y dos bocas junto al doctor Julián Palacios, sobre los efectos primarios, secundarios y terciarios de las ondas electromagnéticas sobre la salud: Los móviles matan… cuando llega la factura.

Yo, por mi parte, llevo ya una semana acampada en Luminosos Arga para asistir al proceso de producción de las fotografías que colgaré en la sala Axular del Paraninfo. Los colores del Ártico se inaugura, como las jornadas, el día 23 de septiembre, pero podrá visitarse durante una semana entera, hasta el día 29.

Os recordamos también que aún estáis a tiempo de adquirir el primer número de la nueva revista de Amazings, donde diez colaboradores escriben largo y tendido sobre los diez temas de la ciencia que siempre quisiste conocer. La compra puede realizarse mediante Paypal o tarjeta de cŕedito en la platafórma Lánzanos, donde ya se ha alcanzado el mínimo necesario para que salga adelante este número. La donación mínima es de 9 €, lo que incluye un ejemplar de la revista más gastos de envío.

Cómo fabricar dedales en el fondo del mar

(Esta anotación se publica simultáneamente en Amazings.es)

El 71 % de nuestro planeta azul está cubierto por agua salada. Se trata de un manto de fondo irregular que alcanza, en su mayor parte, más de 4000 m de profundidad. Esto significa que el océano abisal que se extiende a partir de este punto (su nombre es de origen griego y significa «sin fondo», como «abismo») es, sin competencia, el mayor ecosistema de la tierra. Sin embargo, es también uno de los más desconocidos.

Según contaban los oceanógrafos de la Expedición Malaspina, sabemos menos sobre el fondo del océano que sobre la superficie de la Luna. Y no es de extrañar, ya que llegar hasta allí resulta casi tan difícil y requiere las mismas inversiones astronómicas (o abisales, en este caso) que la carrera espacial: solo que, en este caso, los ingenieros han de enfrentarse a las tremendas presiones (de 100 atmósferas por cada mil metros), las bajas temperaturas y la total oscuridad en lugar del vacío espacial o la ausencia de gravedad. Pocos países tienen la capacidad tecnológica para llevar a cabo semejante empresa. Tanto es así que, hasta la fecha, sólo un sumergible tripulado ha sido capaz de alcanzar el fondo del abismo Challenger, por ejemplo: 9 años antes de que el hombre pisara la Luna, Jacques Piccard y Don Walsh a bordo del batiscafo suizo Trieste alcanzaron los 10.911 m de profundidad en la fosa de las Marianas, un récord todavía no superado. Quizás no lograron la popularidad de Armstrong y Aldrin, pero eso es sólo porque aún no se han escrito teorías conspiranoicas sobre su hazaña (crucemos los dedos).

Con todo, aunque no podamos viajar hasta allí, el fondo del océano sí tiene una ventaja sobre la superficie de nuestro satélite y es que, si bien es imposible lanzar una cometa para que nos traiga rocas de la Luna, sí existen aparatos científicos como la roseta que, pendientes de un cable, son capaces de sumergirse en el océano abisal y traernos muestras de ese mundo desconocido. En ello se basa la exploración del océano profundo llevada a cabo por los científicos de la Expedición Malaspina: gracias a sus redes, botellas y sensores, han sido capaces de rescatar organismos medio alienígenas, agua cargada de microorganismos desconocidos, pequeñas pistas e instantáneas de un mundo tan distinto del nuestro, sí, como la superficie de la Luna.

¿Y qué tiene que ver todo esto con los dedales? Pues bien: mientras los biólogos y ambientólogos del Hespérides tenían bastante que indagar en sus muestras de agua, Elena Tel, una de los físicos de la expedición, ideó una manera de ejemplificar y explicar a sus compañeros las grandes presiones que soportan los seres abisales: para ello, compró un montón de vasos de poliestireno expandido, (los que se suelen utilizar para beber café) y los metió en una red atada a la roseta. El poliestireno es ese material plástico con burbujitas blancas que se utiliza en todo tipo de embalajes (también conocido como porexpán o corcho blanco). Debe su ligereza al gas que forma esas burbujas. Muchos habréis visto cómo este material parece desaparecer cuando se lo disuelve en acetona: el gas que contiene se libera revelando el verdadero volumen del porexpán desinflado. Pues bien, lo mismo sucede cuando se lo somete a altas presiones como las que soporta la roseta en el océano a más de 4000 m de profundidad: las burbujas se desinflan y cada vaso reduce paulatinamente su tamaño hasta convertirse en apenas un dedal. Si además viaja a bordo un artista como Luis Resines (el autor del cómic de la Expedición Malaspina), el experimento dará lugar a resultados tan variopintos como los de las imágenes. Un bonito recuerdo de uno de los pocos rincones de este planeta que aún quedan por explorar.

Malaspina vuelve a casa

(Esta anotación se publica simultáneamente en Amazings.es)

La Expedición Malaspina por fin vuelve a Cartagena. Cuesta creer que ya hayan pasado 7 meses desde que embarqué en el Hespérides para acompañarla en su partida. Ayer me sorprendió el 13 de Julio con prisas en el calendario y me acordé, sobre todo, de la dotación: los marineros, cabos y oficiales que han pasado ya 7 meses enteros en alta mar, echando de menos a sus familias, cómo no, pero también una cama amplia o una ducha que no se bambolee incansablemente mientras uno intenta enjabonarse y entonar el «Oh sole mio» al mismo tiempo. Me acordé, sobre todo, de un jovencísimo electricista (qué rabia no recordar su nombre…), totalmente cubierto de tatuajes, que no se cansaba de repetir lo mucho que añoraba a su pareja y a su pequeña hija: hoy por fin podrá verlas. Será un gran día, no sólo para la ciencia.

Pero también, por supuesto, para la ciencia. Durante estos siete meses, la Expedición Malaspina, la mayor expedición marina española de la historia liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC), ha dado su primera vuelta al mundo. Ha recorrido cerca de 32.000 millas náuticas (unos 60.000 kilómetros). Ha explorado los distintos océanos de nuestro planeta azul. Ha visitado las costas de Río de Janeiro, Ciudad del Cabo, Sidney, Honolulú y Cartagena de Indias entre otras. Ha tomado miles de datos y muestras (con sus correspondientes Nachoetiquetas) de agua, aire, contaminantes y todo tipo de formas de vida, coordinando el trabajo de más de 400 investigadores de todo el mundo y consolidando una impresionante base de datos y muestras llamada muy oportunamente Legado Malaspina, ya que parte de ella quedará reservada para los científicos de dentro de 30 años (esos que ahora están en el colegio).

Y, con todo, el principal viaje de Malaspina aún no ha ni empezado. Aún queda mucho trabajo por hacer: muchas muestras que analizar, muchos datos que extraer, muchos estudios por realizar y muchas teorías que formular. Aún nos quedan por ver todos los descubrimientos que los científicos de la expedición podrán extraer de esta impresionante aventura. Esa será la segunda vuelta al mundo de Malaspina (sin postales, eso sí): la de los nuevos conocimientos aportados por sus investigadores.

Desde aquí me gustaría dar la bienvenida a todos esos científicos, a los estudiantes y los investigadores (con especial cariño para los integrantes del primer leg) y mandarles mucho ánimo para el duro, aunque emocionante trabajo que les espera. Seguiremos de cerca esta segunda parte de su viaje.