Hoy hablaremos de Franz Liszt, pianista y compositor húngaro del Romanticismo (aunque, debido a su longevidad, vivió 75 años, muchas de sus últimas obras son más bien postrománticas), conocido principalmente por las dos facetas que le otorgan un papel destacable en la historia de la música: en primer lugar, como gran virtuoso de su instrumento, fue el inventor del recital de piano solista tal y como lo conocemos. Tanto él como Paganini, fueron los primeros intérpretes-divos del piano y el violín respectivamente (los instrumentos protagonistas del Romanticismo por excelencia, basta con escuchar a Chopin), que realizaron giras internacionales y llenaron grandes auditorios para exhibir su increíble habilidad. Las primeras obras de Liszt denotan esta faceta virtuosística, de lucimiento y muchos critican su música en este sentido. ¿Hasta qué punto el pianista que Liszt representa es un músico y hasta cuál un mono de feria? Evidentemente, esta crítica no es aplicable a todas sus obras, pero personalmente pienso que muchas adolecen de cierta superficialidad, cierto artificio innecesario y efectista.
La segunda faceta más destacable de Liszt llegó con su madurez. En 1847 aceptó el puesto de director musical del Duque de Weimar. Con una orquesta a su cargo, sus nuevas composiciones se dirigieron cada vez más hacia este nuevo y multitudinario instrumento. A esta época debemos la invención del poema sinfónico, una forma musical programática (con un programa, un hilo «argumental» extramusical) para orquesta. A partir de este punto, su lenguaje musical va evolucionando, alejándose cada vez más de la tonalidad y adentrándose en el Postromanticismo.
La obra que hoy os presentamos se corresponde con su primera etapa, fue compuesta en torno a 1838 (Liszt tenía 27 años) y revisada y publicada de nuevo en 1851. Es una pieza virtuosa, perteneciente a un ciclo de 6 estudios basados en distintos temas musicales de Niccolo Paganini, otro gran prestidigitador, solo que del violín, a quien Liszt admiraba. La Campanella está basada en el movimiento final de su segundo concierto para violín en si menor. El pianista del vídeo es Yevgeni Kissin, capaz de afrontar sin problemas y sudando lo justo, la dificultad extrema que presentan estos estudios. ¡Espero que lo disfrutéis!
Se le escapa una nota en el segundo 69, pero lo perdono… :-)
Definitivamente amo esta pieza. Iñaki, lo bueno de tener un zapato por oreja es que no te das cuenta de lo del segundo 69.
Por dios, pon esto en Cientifiquitos, que no paro de darle a play. Creo que soy maniático convulsivo.
Jejejeje… me alegra que te guste. Tienes razón, no sé si hemos llegado a publicar las últimas entradas en Cientifiquitos, le daré un toque a Iñaki para ponernos al día…
¡Siempre se me olvida! Voy…
@Eugenio Manuel: ¿Convulsivo? Ostras… ¡Qué pobrecito! :twisted:
Y… por dios, no digas por dios… :roll:
[…] Liszt lo sabía bien: por eso escribía los trabalenguas que solía escribir y por eso fue el primer gran conciertista de la historia del piano. La mayor parte de sus primeras obras estaban destinadas a un único fin, […]
[…] La Campanella S.141 de Liszt, estudio sobre un tema de Paganini. ¡Compártelo! Ir al principio Categoría: Música Ver comentarios | Ver trackbacks Trackback URL ↓ Deja tu comentario […]
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[…] de piezas dentro de su enorme repertorio basadas en temas de otros compositores (sin ir más lejos, aquí hablamos de los estudios de Paganini) y aquellas de las que existe más de una versión, para distintas agrupaciones […]
felicitaciones tanto a las personas que permiten hacer posible que tengamos estos videos a disponibidad, como al interprete de esta magistral obra.