No es muy común ver tirar piedras sobre el tejado propio en una disciplina en la que la autocrítica no es precisamente un valor al alza:
A los economistas nos gusta fingir que somos científicos, pero no lo somos. En ciencias naturales y en ingeniería, hay una demarcación muy clara entre el mundo de la ideología y el mundo de la ciencia práctica. Por tanto, tú y yo podríamos ser físicos, y tú podrías ser de extrema derecha y yo de extrema izquierda, pero eso no importa: cuando hablamos de física, estamos hablando de física. En economía, esto es absolutamente imposible. La economía es la única «ciencia» o disciplina en la que puedes tener dos premios Nobel que piensan al mismo tiempo que el otro es un charlatán. Lo diré de otra forma. Si de verdad fuéramos los maestros de la economía política, deberíamos prohibir la democracia. No deberíamos tener democracia. No debería haber elecciones para decidir quién es el ministro de finanzas o qué política económica se persigue. Deberíamos tener a los tecnócratas sentados en este despacho gestionando la economía de manera eficiente. Pero la cuestión es que la democracia es esencial porque la economía no es una ciencia. En el mejor de los casos, es una especie de ideología con ecuaciones. Se necesita la lógica, el razonamiento analítico, para descartar falsedades, las cosas que están equivocadas. Pero no es posible saber lo que es correcto a través de un proceso tecnocrático. Y dado que no es posible, la democracia es necesaria. La alternativa es la dictadura. Y yo la viví, y puedo decirte, como muchos españoles recuerdan, que no es un buen sistema.
Lo decía Yanis Varoufakis, profesor de economía y exministro griego de finanzas, en una entrevista de Jordi Évole para Salvados.
Pues, con todo el respeto, lo que dice es una soberana tontería.
Aceptamos barco, la economía no es una ciencia «dura» (como no lo son la psicología o incluso la medicina), aunque digo yo que aceptaremos que hay cosas en economía que tienen bases más o menos sólidas que permiten analizar relaciones causa/efecto y predecir lo que va a suceder en ciertos casos (lo que es parte de la ciencia). Aproximadamente y con todos los matices que queramos.
Ahora, la política y la democracia en particular se basa en mostrar preferencias. En decidir que es preferible tener un ejército más grande en lugar de construir carreteras (o viceversa). ¿Qué «es mejor»? Ah, pues no lo sé. Puedo saber que una antena radia una determinada frecuencia, pero puedo usar ese conocimiento para construir una radio o para un radar. La «ciencia» no me dice que una sea mejor que otra. Sólo me da las herramientas para decidir si quiero hacer una, usar los materiales y frecuencias adecuadas al efecto.
La política es «tecnología». Aplicación práctica. Si queremos que funcione, debemos basarnos en lo que sabemos probado lo más posible para tomar las decisiones adecuadas al resultado que queremos. Ese objetivo final está claro que lo tenemos que decidir por democracia, porque tendremos que ponernos de acuerdo y preferimos eso a que un dictador decida qué quiere.
Que alguien que se supone que es un economista de prestigio y ha sido ministro de un país hable en estos término me da hasta vergüenza ajena. Porque es el mismo argumento que las pseudociencias. «No lo sabemos todo, así que todo vale». Y da miedo, francamente.
@Jaime: O lo has leído en diagonal o no has entendido nada. ¿Utiliza el mismo argumento que las pseudociencias? Rotundamente no: en ningún momento dice que todo vale; es más, dice lo contrario.
Los humanos practicamos ciertas disciplinas con un claro objetivo: el progreso, vivir mejor. Es indiscutible que disponer de alimentos suficientes y de calidad implica una mejora de la calidad de vida, o poder tratarte contra enfermedades, disponer de un ascensor, poder comunicarte más y mejor… Y la ciencia descubre cómo se hace eso. Así que sí, la ciencia sí dice qué alternativa es mejor que otra. El objetivo es claro, y hay un tipo de problema muy abordado en ciencia en todas las áreas: problemas de optimización.
Cuando practicamos la economía, también buscamos el progreso. Pero ¿qué nos dice la economía? Por ejemplo, ¿qué nivel de deuda es sano, es el óptimo? ¿Responde a eso la economía? ¿Puede concebirse una manera siquiera de que lo responda? ¿Haciendo qué experimento? ¿Tiene sentido siquiera el concepto?
El enfoque científico es útil y necesario en economía, igual que en otros muchos aspectos de la vida, por los valores que aporta: pensamiento crítico, búsqueda de conocimiento objetivable, revisión del conocimiento adquirido… Y gracias a esto, ciertamente en economía hay preguntas respondidas y cosas construidas con bases sólidas. Como dice Varoufakis, necesitamos estas herramientas para descartar los errores, lo falso, lo que está mal, lo que no funciona (precisamente porque no todo vale). Pero las grandes (y medianas) preguntas de la economía están sin responder, y me temo que no se responderán nunca.
La política no es tecnología. No puede serlo porque en política no hay técnicas, no hay procedimientos que aprovechen cierto conocimiento para producir cierto resultado. Si yo aplico tal proceso industrial partiendo de tales materiales, obtengo acero con tales propiedades. Siempre. En política, simplemente no. Es más, es que ni siquiera intentan que lo sea.
Creo que la cosa es bastante clara: el problema en la economía es que los «problemas económicos» son problemas políticos, no problemas «científicos», es decir, se trata de cómo repartir los beneficios y los costes de cada posible alternativa, y eso no hay ninguna ciencia que nos pueda decir cuál es la forma «correcta» de hacerlo. En un ejemplo muy sencillito: supongamos que vamos dos náufragos en una barca, y descubrimos que sólo va a aguantar el peso de uno de nosotros; hay cuatro alternativas: o bien los dos nos «sacrificamos» arrojándonos al mar, o bien ninguno (en ambos casos morimos los dos), o bien yo me sacrifico y tú sobrevives, o bien al revés. Pues bien, elegir entre estas cuatro alternativas no es un problema «científico», es una cuestión de como nos las arreglamos para sobrevivir a costa del otro.
La charla de Varoufakis mezcla dos cosas que no tienen nada que ver: que la economía es una ciencia «blanda», incapaz de hacer predicciones MUY fiables, y que los problemas económicos son problemas políticos, no científicos. Lo primero no justifica en absoluto que la política económica tenga que ser «democrática» (la paleontología o la meteorología-a-largo-plazo tampoco pueden hacer predicciones fiables, pero es absurdo pensar que por eso tendrían que decidirse «democráticamente»). Lo único que justifica que la política económica es mejor que sea (más o menos) democrática, es el hecho de que, INCLUSO CUANDO LAS PREDICCIONES DE LA CIENCIA ECONOMICA SON FIABLES, hay ganadores y perdedores, y es la gente, en ese caso, la que conviene que decida quién gana y quién pierde.