Primera Rapsodia para clarinete de Debussy

Hoy vamos a saborear el Impresionismo francés; aunque esto es una redundancia: hablar de Impresionismo implica automáticamente hablar de Francia, puesto que fue allí donde surgió y se desarrolló principalmente.

El Impresionismo fue un movimiento artístico surgido en la pintura francesa de la segunda mitad del siglo XIX, y que más tarde se extendió a otros ámbitos como la literatura y la música. Se caracteriza básicamente por el intento de plasmar la sensación del artista, la impresión que a él le produce a través de sus sentidos lo que está representando, sin reparar tanto en la identidad de lo representado. El término Impresionismo fue acuñado, curiosamente, por la crítica de la época refiriéndose de manera despectiva a un cuadro de Monet llamado Impresión: sol naciente.

En música, el Impresionismo encuentra sus máximos exponentes en Claude Debussy y Maurice Ravel. Mientras este último ya presenta rasgos pertenecientes al Simbolismo y al Expresionismo, en el primero podemos apreciar el lenguaje impresionista puro, donde la tonalidad es algo meramente testimonial y la modalidad es la predominante. Se suceden las escalas pentatónicas y por tonos enteros, los cromatismos, y los acordes pierden su función tonal: se usan por sí mismos, como colores, por lo que evoca su sonoridad al compositor. Detrás de estas características podemos discernir la influencia de Mussorgsky.

La pieza de hoy, la Primera Rapsodia para clarinete y piano, empezó siendo un encargo de 1909 del Conservatorio de París para un concurso y terminó siendo una de las más importantes obras del repertorio clarinetístico. Más tarde, el mismo Debussy haría un arreglo de la parte de piano para orquesta, y es esta la versión que os ofrezco.

En el siguiente vídeo, la Orquesta Filarmónica de Berlín acompaña a Wenzel Fuchs, Clarinete Solista de la misma, en una brillante interpretación.

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Estudio Op.8, No.12 de Scriabin

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Hoy os quiero presentar a mi compositor preferido: Alexander Scriabin. Ruso de finales del siglo XIX, se lo suele asociar con el postromanticismo, (sobre todo sus primeras obras), pero el estilo de Scriabin es tan personal que resulta imposible encajarlo en ningún movimiento determinado. Llegó a desarrollar un lenguaje musical propio, ligado a sus propias ideas místicas y filosóficas, y a su propia concepción de la música: Scriabin perseguía la obra de arte total, donde todos los sentidos se vieran involucrados. Quizás esto se debiera a su supuesta sinestesia: para él lo auditivo estaba ligado a sensaciones visuales, de hecho, asoció distintos colores a los acordes musicales.

El objetivo de este arte era espiritual. La música para Scriabin era una religión y su papel era el de Mesías. Scriabin pensaba que con la música el hombre podría redimirse, alcanzar un éxtasis que lo re-uniese (re-ligare, re-ligión) con su verdadero Ser. Sobra decir que Scriabin debió ser un personaje bastante excéntrico y obsesivo.

Pero al margen de tanta «paja mental» (que en otros capítulos iré detallando porque lo cierto es que no tiene desperdicio), su música es inconfundible. El sonido de Scriabin es azul, flota sobre las teclas sin que el mundo lo roce. El sonido de Scriabin no surgió del polvo o del barro como nosotros, sanguíneos, mortales: su sonido es un fantasma luminoso, una llamarada oscura, un no-sé-qué que se escapa entre los dedos, como el humo, como el aire, como un fuego helado.

Pero a pesar de todo este misterio, a pesar de todo este misticismo, su música no debe entenderse como algo tétrico o deprimente. Scriabin, a su modo etéreo y alucinado era «feliz». Según Sabaneyev, cuando Scriabin escuchaba su propia música «a veces agachaba la cabeza de manera extraña, con los ojos cerrados. Su aspecto expresaba un placer casi fisiológico. Abría entonces los ojos y miraba hacia arriba como si deseara volar».

Volar… cuando yo tocaba este estudio, mi profesor solía animarme a que alzase los brazos como si todas mis plumas acompasasen su movimiento. El propio Scriabin estaba obsesionado con el vuelo. Dicen que un día se lo encontraron corriendo por una colina agitando los brazos y dando grandes saltos, intentando flotar sobre el suelo. Podréis reconocer estos intentos al final de cada melodía ascendente, después de cada impulso, en cada carrera agitada hacia el frente.

Vocación musical

einstein-violin

Si no fuese físico […], sería probablemente músico. Con frecuencia pienso en música. Vivo mis ensoñaciones en forma de música. Veo mi vida en términos de música. No sabría decirle si habría realizado algún trabajo creativo de importancia en el campo de la música, lo que sí sé es que lo que más placer me da en la vida es mi violín.

(Albert Einstein, físico alemán, en un libro de entrevistas titulado Glimpses of the Great, de 1930)

¿Qué es el Romanticismo?

Yo respondería que esto:

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La obra es la Fantasía-Impromtu Op. póstumo 66 en Do sostenido menor, del pianista y compositor polaco Fryderyk Chopin. La obra fue escrita en 1834 y estaba dedicada al también pianista y compositor polaco Julian Fontana. Chopin no quería que se publicase, puesto que hallaba semejanzas con el tercer movimiento de la sonata Claro de Luna de Beethoven. Concretamente, la bajada rápida que esta Fantasía-Impromptu tiene justo antes del tema central en Do sostenido mayor, tiene exactamente las mismas notas que la cadenza del final de ese tercer movimiento. A pesar de ello, Fontana acabó publicándola.

El intérprete es el pianista chino Yundi Li. Todo un figura. En el año 2000 se convirtió, con 18 añitos, en el pianista más joven de la historia en ganar el prestigioso Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin.