Estudio «Revolucionario» Op.10, No.12 de Chopin

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Hace mucho que no hablamos de Frédéric Chopin, probablemente, el compositor más representativo del Romanticismo y de la música para piano del siglo XIX. Hoy os presento una sus obras más populares, el estudio «Revolucionario» interpretado por Stanislav Bunin.

Los estudios son piezas instrumentales cortas, destinadas al perfeccionamiento de alguna destreza técnica. Por lo general son sólo eso: estudios, ejercicios atléticos, las horas de gimnasio que todo deportista de élite necesita (y no lo dudéis: los instrumentistas son deportistas de élite). Por ello, si queréis ver virtuosismo del bueno, no tenéis más que entrar en Youtube y teclear «piano study»: encontraréis horas y horas de increíbles proezas circenses. Sin embargo, si algo caracteriza a los estudios de Chopin es, no solo su enorme dificultad técnica (la mayoría requieren años de estudio diario para poder ser interpretados), sino también su gran expresividad y calidad musical. Precisamente por eso revolucionaron esta forma musical, convirtiéndola en un género independiente susceptible de interpretarse en concierto y, consecuentemente, se han convertido en piezas clave del repertorio para piano.

Chopin escribió un total de 27 estudios repartidos en tres libros. Los más conocidos son el Op.10, publicado en 1833 y dedicado a Franz Liszt, y el Op.25, publicado en 1837 y dedicado a la amante de Franz Liszt, Marie d’Agoult. Ambos cuadernos reúnen un total de 24 estudios, 12 cada uno. Lo que menos gente sabe que Chopin publicó tres estudios más en 1839, como parte de un libro para el aprendizaje del piano de Ignaz Moscheles y François-Joseph Fétis.

Mi libro preferido, no obstante, es el Op.10. Os recomiendo echarle un orejazo, por ejemplo, al estudio No.3 en Mi Mayor, «Tristeza», o al No.9 en fa menor: no tienen desperdicio. En cuanto al No.12 en do menor, se trata del estudio más conocido de Chopin, hasta el punto de haber sido apodado popularmente como «Revolucionario». Cabe destacar que Chopin jamás puso nombre a sus estudios: fue el público quien lo hizo. Este estudio fue escrito en 1831 coincidiendo con en Levantamiento de noviembre (o Revolución de los Cadetes) de Polonia en contra el dominio ruso. Chopin no pudo acudir a la batalla debido a su frágil salud (como todo buen romántico, padecía tuberculosis), y, según se dice, volcó sus ansias revolucionarias en esta pieza, de ahí el nombre. También he leído que Chopin se inspiró en la última sonata de Beethoven para escribirlo. Desde luego, ambas son piezas contundentes, llenas de heroicismo y fuerza. No dejéis de escucharlas.

Summertime de la ópera Porgy and Bess de Gershwin

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Hablando de compositores estadounidenses… Muchos conoceréis a George Gershwin como un gran compositor de temas de jazz, junto a su hermano Ira Gershwin. Lo que algunos no sabréis es que también fue el autor de grandes obras que hoy calificaríamos como música clásica. Sin embargo, si algo caracteriza a este autor es, precisamente, lo inclasificable de su producción. Gracias a su variada formación, Gershwin fue capaz de combinar los mejor de ambos lenguajes. Escribió obras orquestales llenas de disonancias propias de la música folk estadounidense y canciones de jazz con una riqueza armónica propia de la música «culta» europea, demostrando así que no todo lo que lleva violines tiene por qué ser «clásico» y no todo lo que canta «el vulgo» tiene por qué ser pobre artísticamente.

Fue, por otra parte, un autor bastante prolífico a pesar de su muerte temprana a los 38 años. Además de sus innumerables canciones, compuso varias piezas orquestales (como Un americano en París o Rhapsody in Blue), piezas para piano, comedias musicales para teatro y bandas sonoras para cine (como Shall We Dance?).

Gershwin se atrevió, incluso, con la ópera. En 1935 se estrenó en Nueva York, Porgy and Bess, con libreto de Ira Gershwin y DuBose Heyward y basada en una novela de éste último. Aunque Gershwin la consideraba su mejor obra, al principio no fue aceptada en EEUU como una «verdadera ópera» debido a su poca ortodoxia. No obstante, terminaría imponiendose en los teatros de todo el mundo. Está inspirada en la vida de una comunidad negra en el sur de Estados Unidos, y narra la historia de Porgy, un lisiado enamorado de Bess. Cuando la pareja de ésta, Crown, comete un  asesinato y huye de la policía, Bess se refugia en casa de Porgy y ambos se enamoran. Sin embargo, Porgy acaba asesinando a Crown y es arrestado. Nuevamente abandonada, Bess huye con un traficante de cocaína. Cuando Porgy sale de la cárcel, parte en su búsqueda.

Summertime es una nana que suena nada más comenzar el primer acto y se repite en el último, cantada por Bess. Se trata, sin duda, del aria más conocida de esta ópera y existen infinidad de versiones diferentes en internet (o más). Las hay de todos los gustos y colores: la original cuenta con soprano, orquesta y todos los elementos propios de una ópera clásica. En el primer vídeo podéis escuchar la voz de Cecily Nall junto a The Point Chamber Orchestra dirigida por Efraín Amaya. Sin embargo, a mí personalmente, la versión que más me ha impresionado siempre es la de Janis Joplin.

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Mr. Bean al piano

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Encuentro en haha.nu esta genial actuación de Rowan Atkinson. En primer lugar, me impresiona la coordinación de sus movimientos con la música (cosa nada fácil debido a los cambios de tempo y agógica). Además, demuestra bastante criterio a la hora de interpretar los cambios de carácter de la música, convirtiéndola así en una obra casi figurativa, con un hilo argumental fácil de seguir. La música pertenece a varias sonatas para piano de Beethoven.

Adagio para cuerdas Op.11 de Barber

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Samuel Barber fue un compositor estadounidense del siglo XX. Fue considerado niño prodigio, comenzando a tocar el piano y componer a los 6 años. Más tarde cursaría sus estudios musicales en el Curtis Institute of Music de Filadelfia, junto a otros músicos destacados como Leonard Bernstein. Su obra más conocida, el Adagio que hoy os presentamos, formaba parte originalmente de su Cuarteto para cuerda No.1 en si menor, compuesto en 1936 cuando apenas tenía 26 años. Dos años más tarde, a sugerencia de Arturo Toscanini, destacado director orquestal de la época, Barber realizó un arreglo para orquesta de cuerdas del segundo movimiento del cuarteto, el Adagio para cuerdas por el que se conoce la pieza actualmente.

Se trata de una obra muy popular debido a su gran dramatismo. Una anécdota curiosa es que en 2004, fue elegida por los oyentes de la BBC como la pieza de música más triste jamás escrita, por delante del Lamento de Dido de Purcell y el Adagietto de la 5ª Sinfonía de Mahler. Curiosamente, ambas son piezas de las que ya hemos hablado en Enchufa2, (será que nos gustan las penas musicales), aunque, desde mi punto de vista, el Adagio no supera el dolor de Dido descrito por Purcell. En cualqueir caso, el uso popular del Adagio ha estado ligado siempre a momentos de tragedia: funerales como el de Einstein, el anunciamiento de la muerte de Rooselvelt o la ceremonia de conmemoración de las víctimas del 11-S, en 2001. También se ha empleado en numerosas bandas sonoras como la de El hombre elefante de David Lynch, o Platoon, una película ambientada en la guerra de Vietnam dirigida por Oliver Stone, e incluso se puede escuchar en Amélie.

La interpretación de hoy corre a cargo de Zhang Xian al frente de la Orquesta Filarmónica de Hong Kong. Es la versión que más me gusta de las que he encontrado en YouTube, principalmente por el tempo: bastante más ligero que el elegido por otros, como Bernstein, sobre todo. No obstante la suya, es otra excelente interpretación del Adagio, así que os dejo el enlace para que la escuchéis también.