Vulgares estafadores, el retorno

Dejo por aquí un pequeño escrito para hacerme eco (por hacer honor a aquello del efecto Streisand) de la última subida de tono del maguferío español.

Los habituales de parroquias escépticas como esta seguro que están al tanto de la multa de 204 euros a la que fue condenado hace unos meses Fernando Cuartero, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos y subdirector académico del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), por llamar «vulgares estafadores» a unos vulgares estafadores. Pues bien, parece ser que, desde aquello, los magufos de Hellín (Albacete) están un poco subiditos.

Y es que anteayer, en el blog Submundo Mental escribieron un artículo correctísimo que cuestiona el carácter supuestamente científico de unas jornadas tituladas Conciencia con ciencia que se celebraron el pasado 30 de abril en Hellín, las cuales contaron con maestros de Reiki, una quiróloga, un Doctor en Telecomunicaciones que no es ni doctor ni ingeniero sino magufo a tiempo completo, etc.

Hasta aquí todo normal. Todo normal hasta que uno de los ponentes cayó en dicho artículo y dejó un comentario incendiario pidiendo que se retirase el artículo y amenzando con presentar una demanda por injurias. Ahí es nada.

Ahí arriba tienen el material. Juzguen ustedes mismos.

Clérigos humoristas (10)

Para el décimo aniversario de sus monólogos, los clérigos humoristas han elegido uno de sus temas preferidos, un tema sobre el que su amplia experiencia sólo es superada por su elegante sentido del humor. Con todos ustedes: Una visión de la mujer. De nuestros falos con amor.

Sheik Jassem Al-Mutawah, clérigo musulmán para Iqra TV, en El poder persuasivo del grafismo profesional o Si puede manejar Paint, seguro que sabe de lo que habla.

En occidente, la esposa no está obligada a hacerlo. Es más, allí se considera que una mujer puede ser violada por su marido. Afirman que si él tiene sexo con ella en contra de su voluntad ¡es una violación! Lo consideran una violación, dicen que la mujer debe estar de acuerdo. Dicen que la mujer debe desear hacerlo.

Sheik Muhammad Al-Munajid, clérigo musulmán, hablando para Iqra TV en Con el morbo que me da que se resistan. Su participación en estos monólogos es siempre impagable.

Si el esposo quiere usar los golpes para tratar a su esposa […], las limitaciones para pegar son: No debe haber sangrado por los golpes, no debe romperle ningún hueso, no se le debe pegar en la cara y no debe causarle moratones […]. Porque la mujer no es una mercancía. No puede hacer lo que él quiera.

Abdullah Aal Mahmud, otro sabio clérigo musulmán en Lo bueno de la religión es que inculca unos límites y normas morales.

Ante el Día Internacional de la Mujer, tengo el atrevimiento […], para proponer como modelo de auténtica liberación de la mujer la vida y la obra de la Virgen María […]. La mujer puede realizarse plenamente en dos dimensiones: en la del matrimonio y en la de la virginidad. Y ambas son sublimes.

Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia, en No será por falta de opciones.

«El islam, por sí sólo, es feminista» lanza contundente mientras se ajusta el pañuelo […] «El hombre está obligado a mantener a la mujer, y ella se ve así liberada para poder cuidar a los niños».

Kamila Toby, no es clériga pero sí una fiel creyente musulmana. Hace su propia aportación al monólogo del Arzobispo valenciano en Lo de elegir está sobrevalorado. (El País titula el artículo del que está extraída la cita como Feminismo bajo el velo islámico, pero no me queda claro si es irónico o no).

Matar a un niño indefenso, y que lo haga su propia madre, da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella.

Javier Martínez, Arzobispo de Granada en: La sutil moral del violador: torturar a una mujer, ; desentenderse de un hijo, no. Esta peculiar tesis explica por qué los violadores suelen preguntar a sus víctimas si son estériles para poder ponerse un condón en caso negativo…

La mujer está provocando que sea atacada, se está vistiendo mal, está provocando al hombre.

Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo y próximo figurante de Torrente 5, hablando sobre escotes y minifaldas.

La agenda feminista no busca los mismos derechos para las mujeres. Es un movimiento socialista y contrario a la familia que anima a las mujeres a dejar a sus amigos, asesinar a sus hijos, practicar la brujería, destruir el capitalismo y hacerse lesbianas.

Pat Robertson, pastor evangelista hilarante en Feminist eat babies, you know.

De cómo combatir la pseudocosa y el pensamiento mágico

Una de las capacidades más bonitas —y más peligrosas si se desboca también— del ser humano es la de imaginar. Imaginar es inmediato, sencillo y barato; no requiere elementos externos, no tiene límites. Simplemente surge, incluso cuando dormimos, de manera más o menos automática. Esto nos abre un abanico tan amplio de posibilidades que, estadísticamente, es inevitable que surja un buen puñado de ideas inmediatas, sencillas, que por su atractivo se propagan de forma vírica y que, de nuevo por pura estadística, probablemente no se corresponden con la realidad.

Pero si albergamos una cualidad más valiosa todavía, esa es la del pensamiento racional, el pensamiento crítico. Esta herramienta, a diferencia de la anterior, cuesta, requiere esfuerzo y tiene grandes limitaciones que hay que ir salvando al ir incorporando la realidad que nos rodea. Supone la gran criba del abanico de ideas que nos regala la imaginación, y nos sirve para incrementar notoriamente la probabilidad de que una de esas ideas se corresponda efectivamente con nuestro entorno, hasta el extremo, si es posible, de quedarnos con una sola de ellas. QED.

Son dos formas de conocer el mundo. Una consiste en quedarse sentado en la butaca mirando un espectáculo de marionetas que bailan mágicamente sobre una cortinilla y hacer cábalas sobre la naturaleza de esos extraños seres. La otra consiste en levantarse de la butaca, tirar de la cortinilla y ver qué diablos hay ahí detrás. De nuevo, la primera es la más cómoda. La segunda, en cambio, requiere esfuerzo, recursos y una metodología; aun así, tiene una clara ventaja: unos cuantos pueden tirar de la cortinilla y los demás contemplar el resultado. El problema viene cuando el resto de la sala se ensimisma y mira hacia otro lado en el momento en que esto se produce.

El hecho es que, continuando con la metáfora del teatro, incentivar a que la gente mire, se interese, se acerque e incluso participe tirando de la cortinilla no es tarea fácil. Entre los escépticos surge a menudo cierta discusión y polémica a este respecto. ¿Cómo combatir algo tan fértil e inmediato como el pensamiento mágico con algo tan efectivo pero a la vez tan lento y tan complejo como la ciencia? A partir de esa cuestión, diversidad de opiniones. Hay quien aboga por la sátira, la mofa, la befa y el ridículo como herramientas igual de inmediatas que lo que se pretende combatir; otros prefieren las buenas palabras y las largas explicaciones; y, entre medias, mil matices aderezados con mayor o menor rigor científico. Yo entiendo que todas las formas de comunicación juegan su papel: tienen su momento y su lugar, y a su manera son necesarias e indispensables.

En un primer escalafón en cuanto a rigor y metodología se encuentran los científicos, que son en última instancia los generadores de conocimiento y los que mueven ese gran rodillo que es la ciencia. Una segunda capa se nutre de la anterior, digiere la información, y se la ofrece a un público más amplio y menos especializado. La conocemos como divulgación científica, y posee tantos niveles como grados de digestión dependiendo de a cuánto público se pretenda llegar. Luego se plasma en libros, documentales, revistas, blogs, y un largo etcétera. Pero, por último, ¿qué hacemos en la comunicación de lo inmediato? ¿Qué hacemos en esos dos minutos de aparición radiofónica, en esos diez minutos de entrevista televisiva? ¿Cómo llegamos a un público cuya única pretensión es un poco de distracción?

Esa es la papeleta que le tocó jugar a Javier Armentia anoche en el programa de Buenafuente. Ardua tarea: resumir una colección de libros tan extensa en contenido como ¡Vaya timo! en apenas unos minutos de un show humorístico. Por eso mismo, quizás lo más útil y efectivo es precisamente lo que consiguió hacer: repetir una y otra vez entrelazadas con las escuetas explicaciones que permite el formato frases como «es mentira», «es un timo», «nos están engañando», «no hay pruebas», «no funciona», etc., de manera directa y diáfana, de forma que estas queden inequívocamente adheridas en la mente del espectador a términos como «bruja», «tarot», «homeopatía», «religión», «psicoanálisis», etc.

Estoy convencido de que este método, por lo menos, consigue que el espectador dirija la mirada hacia esas marionetas ya desnudas, y tal vez mañana, quien sabe, incluso se anime a levantarse de la butaca y acercarse hasta el escenario.

Carta abierta a Alberto Ruiz-Gallardón

Carta del tío Rinze de indispensable lectura sobre la prohibición de una «procesión atea» en Madrid:

Leo sorprendido estos días las noticias acerca del revuelo que se está montando en Madrid por las intenciones de varias asociaciones de sacar a pasear una tetera el 21 de abril por la noche por las calles de Madrid. Fíjese que la tetera puede existir o no, o mejor dicho: como está en órbita alrededor del Sol, pero es tan pequeña y está tan lejos que los mejores telescopios no son capaces de divisarla, no se pude demostrar que no exista. Podría decirse que es la tetera que usa el gato de Schrödinger para sus tardes de domingo, aunque esta es una idea herética que tampoco ha podido comprobarse.

[Sigue en Las penas del Agente Smith]

Tetas

Las tetas deberían ser el emblema de la deconstrución. Adquieren lecturas opuestas según el contexto y, muy especialmente, según el lector. Una teta puede ser un contenedor de leche para ciertos desdentados, un juguete sexual para otros,  una fuente de placer o de dolor, la Razón Última de Internet, un globo de silicona, el refugio de un tumor… Personalmente, estoy convencida de que cuando las tetas de Irina Shayk se juntan en ese sutil gesto con los codos al final del anuncio de Intimissimi, hacen un sonido similar al de dos copas de cristal de Bohemia brindando por el porvenir: ¡clin! Y el mundo se transforma en un lugar mejor donde vivir.

En mi facultad, la teta es una superficie curva en la que se posa la luz dando lugar a un juego de claroscuro sumamente estético. Eso dicen en mi facultad, pero mi facultad está llena de hippies. Por ello, lejos de ocultarse o condenarse, el pecho femenino es exhibido y reverenciado, situado sobre tarimas y peanas, expuesto a la luz, ante la paleta y el cincel. En consecuencia, los hippies de mi facultad estamos razonablemente preocupados y es que, a juzgar por las últimas noticias, ya no van a poder enseñarse las tetas en la universidad.

Como todos sabréis, hace algunas semanas unas estudiantes madrileñas fueron a mostrar su tierno amor ante uno de los altares de la Universidad Complutense. Ejemplificaban así una de las enseñanzas de Jesucristo, según la cual hay que ofrecer siempre la otra mejilla ante las agresiones. Así, las valientes estudiantes, pese a haber sido humilladas y estigmatizadas como mujeres, amenazadas con sufrir tormentos durante toda la Eternidad (que se dice pronto) por el mero hecho de amar a una compañera, decidieron acudir a la capilla con la mejor de sus intenciones, no a insultar o a reproducir una violencia análoga a la ejercida sobre ellas, sino a ofrecer de forma altruísta porno lésbico gratuito y en directo, torsos desnudos femeninos, la más bella creación de Nuestro Señor, la prueba definitiva de un diseñador inteligente. Cómo iban a adivinar ellas, pobres corderas, que los asistentes a la capilla rechazarían semejante presente. Cuando se piensa en el éxito que habrían tenido en Internet…

Pero es que las tetas adquieren distintas lecturas según el contexto y el lector. Una teta en una capilla universitaria supone un problema gordo. No por la teta, que en sí es bella y tierna, sino porque una «capilla universitaria» es un oxímoron sin solución posible. Una capilla es un lugar diametralmente opuesto a una universidad. Es más, debe serlo: las Verdades incuestionables de la primera, deben ser refutadas necesariamente por la segunda, la actitud pasiva que ensalza la religión es incompatible con el pensamiento crítico que debe imperar en la universidad. También por ello, las normas que rigen cada lugar son diametralmente opuestas y, donde una teta es una protesta necesaria, a otros les parece una profanación digna de denuncia y arresto a domicilio.

Solución (de perogrullo): no los mezcles. Quizás alguien se ofenda porque yo me ponga a desayunar delante de otro que está cagando. Pero es que él ha sido el idiota que ha colocado un retrete en medio de la cocina. Mientras ese retrete siga en un lugar inapropiado, no es pertinente que nadie se escandalice porque su culo sea expuesto o nos riamos de sus heces. Las capillas, como los retretes, tienen su lugar en el ámbito de lo privado, de las debilidades y necesidades de cada cual, donde, sin duda, deben ser respetados. Fuera de ahí, no sólo es ilícito que exista una protección especial para las «sensibilidades religiosas», es que además resulta ofensivo y contraproducente que todos debamos soportar el hedor de sus secreciones. Resulta ofensivo que haya un lugar en la universidad donde se deba respetar la misoginia, donde se fomente la homofobia sin oposición, donde se estigmatiza la sexualidad y se obstaculiza la lucha contra el SIDA. Entre otras lindezas.

Una capilla universitaria debería ser, en definitiva, un lugar imposible. De lo contrario, como dice Isaac Rosa, «es la propia universidad la que queda profanada».

Amén. Tetas.