Congelando el tiempo

"Densmore Shute Bends the Shaft" (1938).

Gracias a New Scientist, descubro la fotografía de Harold Edgerton un artista ingeniero estadounidense del siglo XX, que trabajó sobre la representación gráfica del movimiento.

Precisamente, la invención de la fotografía supuso un gran avance en este campo, pues permitía congelar instantes hasta entonces «invisibles» (por lo fugaces). Gracias a ello, Eadweard Muybridge quiso capturar el galope de un caballo en varias fotografías sucesivas, convirtiéndose así en un precursor del cine.

El sistema usado en muchas de las fotografáis de Edgerton, sin embargo, se basaba en plasmar distintos estadios de un mismo movimiento en una sola fotografía. Para ello utilizaba tiempos de exposición prolongados (tanto como el movimiento que quería retratar) y un estroboscopio que iluminaba la escena de forma intermitente, evitando así que la imagen se convirtiese en un barrido indescifrable.

"Back dive" (1954).
"Cycloid Demostration" y "Coin Toss".

El estroboscopio había sido ideado por el matemático austríaco Simon von Stampfer hacia 1829 y permitía emitir flashes sucesivos a una frecuencia regulable. Sin embargo, Edgerton amplió sus posibilidades y lo llevó al campo de la fotografía. En 1926, con apenas 23 años y siendo aún estudiante en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, desarrolló un tubo de flash capaz de producir destellos de elevada intensidad en tan sólo 1/1,000,000 de segundos. También desarrolló diversos sistemas para lograr tiempos de exposición ínfimos. Su cámara de alta velocidad sincronizaba el obturador con cada flash del estroboscopio, logrando así rodar secuencias a cámara extremadamente lenta. En la década de los 40, ideó asímismo la cámara rapatrónica para fotografiar explosiones nucleares con todas las dificultades que ello implicaba (una luz cegadora captada a kilómetros de distancia), y tiempos de exposición de apenas 10 nanosegundos (1/100,000,000 segundos). Estos sistemas le permitieron capturar instantes aislados de una duración ínfima, fotografías fugaces que muchos habréis visto:

"Bullet piercing an apple" (1964) y "Bullet cutting card" (1964).

El valor estético de estas imágenes es indudable. De hecho, Edgerton recibió varios premios de fotografía en vida, colaboró con artistas reconocidos como Gjon Mili y su obra se llegó a exponer en multitud de museos, incluido el prestigioso MOMA de Nueva York. Incluso colaboró en un corto documental ganador de un Óscar: Quicker’n a Wink. De nuevo, un logro científico había abierto puertas a la creación plástica. Sin embargo, Edgerton negaba ser un artista en absoluto:

No me tomen por un artista. Soy ingeniero. Persigo los hechos. Sólo los hechos.

Yo tengo mis dudas. Y a vosotros qué os parece, ¿ciencia o arte?

Viva el arte contemporáneo

Como buena gafapasta, me he pasado la mañana recorriendo los pasillos de ARCO, la feria anual de arte contemporáneo que se permanecerá abierta en Madrid hasta el final de esta semana. Como siempre, la feria, entretenida, con sus más y sus menos, sus estudiantes de bellas artes buscando curiosidades técnicas y sus millonarios en pos de caprichos.  Normalmente no habría ido si no me hubiesen regalado la entrada. Pero este año… este año ha sido especial. Este año he visto la luz, gracias a una obra verdaderamente excepcional:

Esta peculiar pirámide se encontraba en medio del primer pabellón de la feria. Cada cubo de poliexpan estaba lleno de cervezas bien frías y, como buena obra interactiva, su cometido era que los espectadores fuésemos cogiendo latas y vaciándolas a nuestro gusto para así completar la «escultura». ¿El resultado estético? Ni idea, pero desde luego, puedo decir que esta obra sí la he disfrutado.

Desbarrada en los Goya

Ayer tuvo lugar la gala de los Premios Goya, ese acto que organiza la Academia todos los años para mirarse un ombligo lleno de pelusas que nunca se han molestado en quitar. Sólo vi un trocito. La única motivación que tenía para ello era que estaba puesto en la tele mientras yo cenaba y que salía Buenafuente, pero su guión era pésimo y él parecía poco convencido de lo que estaba haciendo, así que me apresuré en la cena y volví al ordenador. Sin embargo, en ese rato vi suficiente: entre premios e intervenciones de Andreu, se intercalaban citas célebres, y una de ellas fue la siguiente, de Luis Buñuel:

La ciencia no me interesa. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas que me son preciosas.

Con dos cojones. Veo en Twitter que no he sido el único en atragantarme con la sopa. Con la Ministra de inCultura allí presente, casi es como si hablara el mismo Gobierno. Lo sueltan ahí, con letras bien grandes y voz en off, y la masa se regocija y aplaude. Si os digo la verdad, he sentido vergüenza ajena. Creo que habrían hecho bien en medir sus palabras, porque esto supone un revés intolerable en una televisión que no se prodiga precisamente en temas científicos.

Y es que estamos con lo de siempre: si lo tuyo es la ciencia, tienes que saber de todo; si lo tuyo son las artes o las letras, no tienes por qué saber hacer la o con un canuto en materia de ciencia. Lo discutíamos el otro día en clase en un tema similar, con el profesor de Organización y Dirección de Empresas, a raíz de un artículo que recogía la opinión de varios consejeros delegados sobre sus respectivos directores del departamento técnico. Al parecer todos se quejan de que estos no tienen una visión global de todas las tareas que cubre la empresa y que, puesto que cubren el resto de departamentos, deberían aprovechar para aprender lo que allí se hace. A lo que yo digo: y el resto de departamentos, ¿no debería aprender lo que se hace en el departamento técnico, ya que está cubierto por él?

Total, que al cine español no le interesa la ciencia. Tampoco le interesa el público, y lo demuestran con cada nueva película.

Un vistazo al nanomundo

Desde hace 3 días y hasta el 18 de febrero, se exhibe en el salón de actos de la Facultad de Bellas Artes de Madrid, una exposición titulada Un vistazo al nonomundo, con las imágenes premiadas en el concurso internacional SPMage 07. La muestra consta aproximadamente de 50 imágenes procedentes del nanomundo, con una breve aclaración acerca de su contenido y paneles explicativos sobre las diversas técnicas y microscopios utilizados para su obtención, como el microscopio de efecto túnel (STM), el microscopio de fuerza atómica (AFM) o el microscopio de fuerzas magnéticas (MFM).

Me ha encantado encontrar una exposición como esta en un contexto vinculado al arte antes que a la ciencia, haciendo patente, precisamente, el potencial estético de estas imágenes, al margen de su contenido informativo. La única pega que le pondría es el tamaño de las fotografías: quizás hubiesen resultado todavía más impactantes en un formato más amplio.

Por lo demás, tanto las imágenes como el planteamiento didáctico y divulgativo de la exposición merecen mucho la pena, así que os recomiendo pasaros durante estas dos semanas por la Facultad de Bellas Artes, en el campus de Ciudad Universitaria. La dirección es Calle Greco nº2, esquina con Avda. Juan de Herrera y C/Arquitecto López Otero, al lado de Arquitectura, aunque Google Maps no sepa situarlo. De paso, y para quien necesite más motivos, podréis echarle un vistazo a la facultad, con sus paredes llenas de garabatos, sus taquillas psicodélicas, su olor a todo tipo de disolventes, sus talleres de variopintos y, sobre todo, con su cafetería llena de hippies atractivas. ;)