La opinión de la gente sobre un hecho es irrelevante

Iba a twittearlo… pero este vídeo me ha parecido tan bueno que quiero guardármelo permanentemente como una entrada del blog. Efectivamente: no existe debate sobre el cambio climático porque el cambio climático es un hecho. Da igual lo que la gente opine, o desee: la Tierra se está calentando, según todas las evidencias científicas, a causa de la actividad humana, punto —la muy desconsiderada, ganando temperatura a loco, sin escuchar lo que dicen en el bar de al lado—.

Las opiniones que ponen en cuestión este hecho son, o bien extremadamente minoritarias (menos de un 3% de la comunidad científica que, por lo que sé, no pone en duda el cambio climático sino que, más bien, se muestra conservadora respecto a su origen antropogénico), o bien están desinformadas y son irrelevantes. El día en que esta irrelevancia salga de los medios, el día en que el primo de Rajoy, sencillamente, no tenga un micrófono del que aprovecharse, estaremos ante una información imparcial, de calidad y objetiva. Ese día, por fin, podremos empezar a debatir sobre lo único debatible en el cambio climático: qué hacer al respecto.

(Vi el vídeo gracias a Txema Campillo)

La enfermedad mental de Cañete

Hay un tipo de deficiencia psíquica que afecta en exclusiva a varones. Es una dolencia de reciente aparición que, como tantas otras enfermedades raras, no tiene cura. Una verdadera desgracia, ya que los afectados por el Ohdiosmíodostetas-itis padecen sus consecuencias en cada triste momento de su vida diaria.

Hace poco, un valiente representante político dio visibilidad a esta condición. Arias Cañete declara verse perjudicado seriamente en su desempeño laboral cuando tiene delante a una mujer. No se concentra, no consigue ser persuasivo, le falla el carisma y la agresividad.  Y es una pena porque, con un pene delante, ¡jura ser un gran orador!

Casos como el suyo han existido siempre. Pero sólo de un tiempo a esta parte los síntomas se han vuelto visibles y pueden, al fin, ser diagnosticados. Precisamente ahora que las mujeres ocupan todos los espacios públicos y laborales, ahora que no necesitan ir acompañadas por su padre o marido, los hipersensibles a su presencia se han vuelto conscientes de su condición. Las tetas están ya en todas partes, como el Wifi. Pero no hay sombrerito de alumino que pueda proteger de su campo de fuerza.

Las condiciones de vida de estos pobres convalecientes no podría ser más lamentables. Son tipos fuertes e independientes en la intimidad que, sin embargo,  se pasan la vida abriendo puertas, pagando copas, moderando su lenguaje o explicando cosas «como a un niño de cinco años». Cuesta imaginarse el coste económico y psicológico que esto llega a tener sobre sus vidas.

Desde esta modesta bitácora, me compadezco de su situación… efectivamente, las tetas están ya en todas partes (incluso a través del Wifi). Dado que su avance parece imparable, propongo formar grupos de apoyo, cursos de integración en el siglo XXI especialmente adaptados para ellos. Después de unas semanas, por ejemplo, se pondría como profesora a una mujer, para entrenar la tolerancia. Hasta ese momento, mi preocupación es que este tipo de discapacitados puedan ocupar cargos donde su enfermedad nos afecte a todos. Porque, si Cañete es incapaz de debatir correctamente delante de mujeres… ¿qué tipo de papel piensa hacer en Europa? Cuando Merkel venga a cobrarnos alguna deuda, ¿le besará gentilmente el dorso de la mano?

Estimado señor Cañete, yo le deseo una pronta recuperación, en serio. Pero cambie usted de oficio, por el bien de todos.

La causa nunca es la víctima

Asesinan a alguien y hay quien asume de inmediato que es por ostentar un cargo público. Quizás sea apurar mucho el paralelismo, pero es como si, tras un caso violación, se despertase un debate público sobre la minifalda… y curiosamente, en Twitter, ha suscitado comentarios parecidos. Que si ella se lo estaba buscando (unos). Que si existe un clima de violencia que lo ha propiciado (otros).

La cuestión es, como siempre, que la víctima de un crimen absurdo y arbitrario no debería ser el objeto de análisis. El único centro de atención debería ser el criminal: su locura, su odio injustificable, su terrible e inmenso problema. La única causa de un crimen atroz es siempre, exclusivamente, aquel que lo comete. Incluso si el criminal se disfraza de otros motivos (Alá, Euskal Herria, iba provocando). Esta vez, no llevaba ni disfraz.

Lo curioso del caso es que, como con las minifaldas, el incidente ha sido la excusa perfecta para desvelar lo que estaba ya en la cabeza de todos: que ya estaba tardando. Tenemos tan asumido el cabreo generalizado, que creemos que sólo falta una chispa. Sólo alguien un pelín más quemado de la cuenta. Sólo un arma fuera de su sitio. Putas, son todas putas…

Pero… ¿quizás sea así? La verdad, no lo sé: quiero pensar que existe un salto conceptual lo bastante amplio entre fantasear con cortarle los huevos a Gallardón y encontrarte con Alberto y lanzarte a por su bragueta. Y ese salto es, precisamente, lo que debería tener en mente Alberto al leer comentarios en Twitter sobre Gallardón.

Es muy difícil volcar tanto odio sobre una persona, si bien uno puede desfogarse tranquilamente cuando maneja asépticos conceptos. Lo que me preocuparía, si fuese político, no es la retahíla de insultos dirigidos a unos apellidos. Difícilmente tanta bravuconería constituye realmente una amenaza personal. Pero sí me alarmaría el nivel de hartazgo ante aquello que «represento», el cansancio y el asco que inspira a día de hoy la política. Twitter no deja de ser la versión legible de un pulso social mucho más amplio y mucho más preocupante. En 140 caracteres no cabe todo lo que se dice en los bares o lo que ni siquiera se dice. Por eso, la solución no es prohibir el síntoma, retirar el estetoscopio y fingir que todo va bien mientras nadie suelte un exabrupto. El verdadero problema seguirá latiendo, creyendo que sólo falta una chispa.

Feliz día del… ¿pero qué cojones es esto?

Llevo ya unos 6 meses buscando trabajo. Trabajando aún, no obstante: concretamente, hasta dentro de 5 días que se acaba mi actual contrato. Estos meses me han servido para muchas cosas. Para aprender a comportarme en una entrevista de trabajo. Para sentirme despechada (cual adolescente primeriza) por culpa de un triste responsable de recursos humanos. Para desilusionarme esperando ese email anunciándome si mi candidatura ha sido o no descartada… ese p*** email, que nunca llega y que no cuesta nada

Dentro de lo que cabe, mi situación es más que óptima: no tengo problemas económicos, ni hipotécas ni mocosos, que me sitúen ante ofertas que no pueda rechazar. Tengo paro cotizado para seguir tirando cierto tiempo. Tengo una segunda carrera que estudiar, ahorros y proyectos, por lo que no me intimida la expectativa de quedarme «parada». Y aun así… cómo cansa. Cómo cansa el desprecio de los entrevistadores, los 900 candidatos en cada oferta de Infojobs, los tests ridículos de personalidad, la callada por respuesta, el ser sólo otro número. No me puedo imaginar la perspectiva de aquellos que sí dependen de semejante bucle degradante. No me puedo imaginar cómo 6 millones de personas no han estallado aún, atrapadas entre tanta mierda.

A modo de ejemplo maloliente, durante los últimos 3 meses he ido guardando algunas muestras del mercado laboral en Infojobs. Son capturas de pantalla reales (el subrayado en rojo es mío, así como ciertos recortes, en negro) y me niego a ocultar el nombre de las empresas que las han cagado. Siéntanse libres de taparse la nariz:

1- El autónomo  autonomo:

Auto(g)nomo: dícese del que es bajito, pero por su propia cuenta.

Obviemos el hecho de que la oferta está escrita a gritos y que tiene más faltas de ortografía que un chiste contado en un polígono de Fuenlabrada. La empresa ofrece un salario de 450 € que, tras pagar la cuota de autónomos se quedan en unos 150 €… ¿y se apuntan más de 500 personas? ESTÁMOS TODOS LOKOS Ó KE?

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2- El falso autónomo:

Esta oferta es semejante a la anterior: mejor escrita, pero, si cabe, un poco más dolorosa. En esta ocasión, ofrecen trabajar por 150 € (máximo 600, descontando autónomos) ¡a jornada completa! Y sólo te exigen ser licenciado oiga. ¿Quién quiere un convenio pudiendo ser autónomo con horario?

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3- El salario mínimo interprofesional:

Mmmmh… 600 eurazos brutos a jornada completa: ¡más de lo que le pagan al falso autónomo! Pero yo creía que esto era ilegal, ¿no?

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4- El becario.

Gracias a las sucesivas flexibilizaciones del mercado laboral, la esclavitud se ha vuelto a legalizar en nuestro país con un nombre mucho más atractivo: el becario. El becario es ese pobre ser que estudia por las mañanas y llora por las noches, cuando ve en las noticias la perspectiva de su futuro laboral. El tiempo restante lo aprovecha para trabajar a jornada completa a cambio de 250 €, en una empresa que lo cambiará por otro llorón nuevo al cabo de 6 meses.

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5- Alquile un equipo de fotografía ¡por menos de lo que le cuesta pagar a un becario!

Esta oferta me encanta porque ni siquiera especifica el salario. Eso sí, exige que se pueda realizar convenio con el centro de estudios, así que probablemente la remuneración sea menos de lo que al esclavo «becario» le cuesta el seguro de su moto.

Por cierto: ¿una moto? Esto es pura especulación, claro: pero se deduce que el aprendiz va a tener que ir él solito a los emplazamientos, con su propio equipo y la «refles» (jojojo), para sacar las fotos. Y entonces, ¿qué coño está aprendiendo? Que más le valía hacerse autónomo, supongo…

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Y esta muestra es sólo el resultado de hacer búsquedas ocasionales, específicas de mi sector laboral y mi profesión. Esto es: filtrando ofertas que en teoría requieren cierto grado de especialización. Ahora extrapolen: no me puedo imaginar la cantidad de mierda que 6 millones de personas pueden llegar a tragar.

Política mediante ingeniería inversa

Estimado Bildu:

Tú y yo no nos conocemos. Probablemente tampoco compartamos demasiados puntos de vista. Pero, a raíz de las últimas noticias que leo en prensa, observo el gran poder has adquirido y escribía para pedirte un par de favores.

Paradójicamente, tu poder no guarda relación alguna con tu representación parlamentaria. Esto es apenas anecdótico. Tu poder único emana de tu capacidad para encarnar a El Mal. Así, con mayúsculas, sin contexto ni objetivo: El Mal absoluto propio de seres mitológicos y abstracciones matemáticas que lindan con el infinito. A juzgar por las reacciones de los partidos mayoritarios, Bildu es el equivalente a los Nazis en el cine americano, o a Satanás en una iglesia.

Pues parece que se ha quedado buen día.

—Adolf Hitler

Podría parecer algo negativo para una fuerza política, pero estoy convencida de que semejante poder de repulsión puede ser utilizado inteligentemente. Eres como el Fairy con la grasa: allá donde te pongas, los repelerás a todos con fuerza infinita. Y esto, no deja de ser un modo muy eficaz de guiarlos donde se quiera. Por el momento, tu grandísimo poder está llevando a unos a no denunciar la corrupción (ya que podrían asociarles con El Mal y El Mal es peor que la corrupción, claro). Y, a otros, a justificar sus propios robos (uno puede robar siempre y cuando le lleve la contraria a El Mal).

Esto no beneficia a nadie. Si apoyas cosas sensatas, en general, todos estamos bien jodidos. Por eso, yo te propongo una línea política atrevida consistente en pedir y reclamar barbaridades mientras denuncias todo aquello que sea positivo para la sociedad. Por ejemplo: ¿qué tal si mañana lanzas un comunicado denunciando el excesivo gasto en sanidad y ciencia? ¿O apoyando la corrupción como seña de identidad del independentismo vasco? Estoy convencida de que mañana todos se pondrían de acuerdo en tu contra. Recuerda que IU ya realizó una prueba de concepto y el resultado fue más que satisfactorio. ¿Te imaginas?