Un aspecto bastante criticable de mi facultad es la ausencia de espíritu crítico (salvo muy honrosas excepciones, claro). Con aquello de que los artistas debemos ser sensibles, receptivos, místicos y milagrosos, las más divertidas sandeces pasan por «manifestaciones de las múltiples subjetividades del alma humana» (somos todos tan postmodernos…). Tonterías parecidas se pueden oír por doquier. El martes pasado, sin ir más lejos, le dedicamos una clase entera a Masaru Emoto. Pero me preocupan mucho más los «dogmas» que hacen posible justificarlas, entre otras cosas, porque no forman parte, exclusivamente, del credo de los artistas; se trata de creencias generalizadas, no sé si incuestionables pero, desde luego, rara vez cuestionadas. En varias entradas intentaré reunirlos y rebatirlos, aunque desde ya advierto que mis opiniones en este campo son bastante radicales: que nadie salga ofendido.
Dogma No.1:
El artista crea para sí mismo.
Un buen filósofo (peor profesor), que me dio clase en Bachillerato, solía contarnos la historia de una niña monísima que quería ser artista. Bien dispuesta, fue a estudiar a la Academia de Bellas Artes de París, pero allí, un severo profesor la obligaba a pintar estatuas para mejorar su dibujo. Un día se encaró con él:
—Maestro, yo no he venido aquí a pintar estatuas.
—¿Y a qué ha venido si no?
—Yo quiero… expresar lo que siento…
—Pero es que lo que usted siente, sólo le interesa a su mamá.
El cuento resume bastante mi propia opinión. Un artista puede crear lo que le dé la gana, incluso puede hablar sobre sí mismo, pero su obra sólo tendrá valor artístico en tanto que interese de algún modo a sus destinatarios: los demás.
Aquí viene a cuento la frase del otro día, especialmente ácida, pero no por ello menos cierta. El artista, como todos, presta un servicio, y de hecho, un servicio bastante más dispensable que otros (comida, salud, ropa…). La idea de un creador cuya función fuese, exclusivamente, admirar y darle gusto a su propio ombligo, no se sostiene socialmente. ¿Qué sentido tendría mantenerlo? ¿El arte por el arte? ¿Algo que se valora porque se valora? ¿Y si de repente me diera por decir que un montón de basura es arte? Oh, wait!…
Esto, en principio, me parece bastante obvio, pero implica otra cuestión, probablemente más polémica: cualquiera que pague la entrada de un museo, como destinatario de la obra, tiene «derecho» a juzgarla, y si es un museo público, más aún. Me tocan mucho las narices los planteamientos según los cuales, el arte contemporáneo es incomprendido «porque la gente es una inculta», como si fuese obligación del público amoldarse a las pretensiones del artista y no al revés. No digo yo que la gente no sea inculta, pero si el artista realiza una obra demasiado críptica, o que sólo sea comprensible a un nivel puramente intelectual, tendrá que contar con un público reducido y elitista. El responsable de ello no será el público, sino el artista.
A mí me pasaba exactamente lo mismo en mi escuela de arte, aunque creo que peor incluso, porque en París el sentirse un artista incompredido por la sociedad parece estar de moda… Lo más grave es que no puedes hacer nada por evitarlo. Esperando el siguiente dogma me despido. Un saludo y felicidades por el blog!
¡Qué va! Eso está de moda en todas partes. Me recuerda a una frase de Gilbert Keith Chesterton que publicamos por aquí en su día:
«Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra».
[…] Arte y religión: El dogma […]
Igual estoy intentando interpretar esta entrada de una manera demasiado profunda, pero me da la impresión de que si relativizamos la valía de un artista en función de su popularidad, tenemos un problema. Pongamos un ejemplo: en estos tiempos que corren, supongamos que a mucha gente prefiere escuchar lo último de Bisbal que un estudio de Chopin (sustituyanse artistas contemporáneos y clásicos según sea conveniente). Alguien como tú podría argumentar que esto es irrelevante, y que la calidad de la música de Chopin no depende de la cantidad de gente que quiera escucharla.
Pero ahora, supongamos que vamos a un museo de arte contemporáneo y vemos que una de las obras expuestas es un cuadro cualquiera de Pollock. El crítico de arte correspondiente puede decir «el hecho de que la mayoría de la gente sólo vea manchas de pintura sin sentido es irrelevante: la calidad de la pintura de Pollock es independiente de que al vulgo le guste o no».
Lo paradójico de todo esto es que sólo podemos contradecir al crítico de arte (y decir con tranquilidad que los cuadros de Pollock son una mierda pinchada en un palo) si tenemos un estándar externo que nos permita determinar la calidad de una obra de arte concreta. Sin embargo, si este estándar existiera, también tendríamos que renunciar a una evaluación populista de la calidad del arte, porque siempre existiría la posibilidad de que una obra fuera objetivamente excelente, pero sólo una pequeña minoría de la población pudiera entenderla. Por otra parte, si renunciamos a un estándar externo y nos acogemos a la popularidad, nos arriesgamos a afirmar que la música de Bisbal tiene mayor calidad que la de Chopin.
?Cómo lo ves, Almudena? ?Alguna idea al respecto?
Es que el Arte, como la ciencia, es 100% elitista. Si no, no es arte. Siempre lo fue y siempre lo será.
Si para ti el arte tiene que complacer a las masas… es como si pretendes explicar la teoría de cuerdas, el 99,9 % de las personas no la entenderán, porque necesitan unos conocimientos previos para acceder a ése conocimiento. De hecho, al 99 % directamente le aburre pensar, por eso ven Gran Hermano y no ven Redes.
Cuando te rodeas de «artistas» en la facultad de BBAA, desde luego vives en una sociedad paralela, ajeno a que el arte, en realidad, no le interesa a casi nadie, y cada vez interesa menos. No es que no se entienda, es que no interesa.
La «ostia» te la llevas cuando sales de la facultad si vas pensando que el arte no es elitista.
¿o a quién piensas que venderás tus obras?
Un fontanero no creo que se gaste 2000 euros en un cuadro, pero ni aunque fuese un Picasso.
Independientemente de que su obra pueda ser buena, mediocre o mala, me parece fantástico que el artista se considere incomprendido -puede que realmente lo sea- pero ni él ni sus panegiristas puede exigir reconocimiento a su labor por derecho divino: como no me entiendes eres estúpido. Todo eso no deja de ser «el traje nuevo del emperador»
Otra cuestión es si es o no popular. A ver si me explico: a veces me apetece una película solo por hacer unas risas, en cuyo caso lo único que pido es que realmente sea cómica, y otras pretendo obtener algo más; en ese caso seré bastante crítico con el guión, la dirección, los interprétes, la fotografía, etc. Pues con todas las artes los mismo, unas veces quieres Bisbal y otras Chopin, y no nos preocupa si ellos se sienten incomprendidos o no.
Ah, me dejaba tu último párrafo
«cualquiera que pague la entrada de un museo, como destinatario de la obra, tiene «derecho» a juzgarla»
Estoy profundamente en desacuerdo con eso. ¿Tengo yo derecho a juzgar un poema en chino si no lo entiendo?. porque según tú, si no lo entiendo estoy en mi derecho de decir que es una mierda.
Sí, la gente es (somos) inculta, el problema de todo es que el que no sabe chino, no juzga alegremente un poema en chino; el que no sabe física, no juzga la teoría de cuerdas; pero las artes visuales… ahí todo el mundo se cree un experto.
@Luis
Bien, es una apreciación muy interesante. Te diré a grandes rasgos cuál es mi criterio.
Una de las funciones del arte es crear cohesión social, servir de identidad y manifestación «cultural» a un grupo significativo de personas. Por tanto, una obra marginal, en principio, no podrá ser una gran obra de arte.
Para alcanzar a un grupo significativo de personas el arte debe resultar atractivo a un nivel, aunque sea, puramente perceptivo. Digan lo que digan todos «vemos» igual y oímos igual. Nuestro modo de interpretar imágenes y sonidos en términos de inquietud o equilibrio son los mismos. De hecho, cuando nos plantan ante dos fotos o dos carteles, a casi nadie le cuesta decir qué foto es mejor o qué cartel está mejor diseñado porque, en estos ámbitos, no protegidos por la sacralidad de lo «artístico», la gente no inhibe su juicio perceptivo.
Desde este punto de vista, tanto Bisbal como Chopin, hacen «buena» música. Música pegadiza, memorable, «entretenida».
No obstante, pienso que para que una obra de arte se convierta en un clásico, además, debe portar un mensaje duradero: relevante para muchos hombres en distintas épocas. Es decir, sí debe tener un segundo nivel de lectura que permita un enfoque intelectual. En este sentido, Bisbal es un músico trivial y por tanto efímero (pienso).
En cuanto a Chopin, su música no pertenece al presente. Lleva implícito un mensaje y una sensibilidad con la que no todo el mundo puede empatizar a día de hoy. Pero, de hecho, fue un músico escuchado en su tiempo y, el hecho de que lo siga siendo aún hoy, implica que tiene «algo» que habla también del hombre contemporáneo (quizás de su lado más sensiblero). Al menos parece que porta un mensaje duradero.
Respecto a ese dogma número 1, opino que el público objetivo de un artista variará con cada artista y para cada uno de ellos varias veces a lo largo de su carrera. Imaginemos un niño que hace su primer dibujo. Posiblemente lo esté haciendo sin haber pensado en ningún público: lo hace para si mismo. Si el dibujo gusta a sus padres (y todos los dibujos de los niños pequeños gustan a los padres), la próxima vez que dibuje tal vez lo haga ya pensando en agradarles. En cualquier caso, dudo que sea posible establecer una regla o un término general sobre cada vocación artística.
Sobre la aseveración «su obra sólo tendrá valor artístico en tanto que interese de algún modo a sus destinatarios: los demás», seguro que a todos nos vienen a la cabeza con facilidad varios nombres de artistas que fracasaron en su tiempo y sólo la posteridad les ha dado el rango de tales. ¿Para quién producían su arte entonces, si pasaron hambre por seguir produciendo y no venderla?
Por lo tanto, para el ‘dogma número 1’ elijo la ‘respuesta galega número 1’: DEPENDE.
Hay arte popular y arte elitista. Ambos buscan contentar a alguien, a distintos grupos.
Está la música popular y la música clásica. Dentro de la música pop la hay más elitista (Bjork, Sting) y más comercial (Chiquichiqui, Azúcar Moreno). Ambas son arte, pues son música. Dentro de la música clásica está la más popular (Haydn, Rachamninoff) y la más elitista (Carlo Gesualdo, Guillaume de Machaut).
Está el arte gráfico popular (el cómic) y el arte gráfico elitista (ejem, el cómic).
Está la pintura popular (el grafitti) y clásica (Velázquez).
Luego tenemos el arte culinario popular (la comida casera) y el elitista (las recetas patentadas de Adriá). Son arte si son buenos, y no es uno mejor que otro, sino que tienen un público distinto.
También hay música clásica mala (Meyerbeer, visto hoy en día) y buena (Meyerbeer, para sus contemporáneos). Depende de quién la aprecie y en qué época.
Respecto a si el arte contemporáneo tiene que gustar, me basta con que me guste a mí. Me produce la ilusión de que lo entiendo, me hace sentir más inteligente cuando creo comprender una parte de él. Al de al lado puede que no le guste: pero a mí quizá no me gustaría lo mismo que a él. Es arte si hay una conexión entre el autor de la obra y yo.
Sí, claro. Hay arte elitista. No lo niego ni sería mi pretensión «prohibirlo», pero es un paso, admitir que son obras destinadas a un público muy restringido con unos intereses muy determinados. Vaya, que ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Consecuentemente, gran parte de este submundo sólo se mantiene gracias a subvenciones. Pero, si admitimos que gran parte de este arte es puramente elitista no sé a santo de qué, considerar el colmo de la progresía, decir que uno admira fervientemente las vanguardias.
En lo que no estoy de acuerdo es en que todo el arte sea elitista o en que, el arte, para tener calidad, tenga que ser elitista. Ahí está el cine, el diseño y la música pop para demostrar lo contrario. Tampoco estoy de acuerdo en que durante toda la historia el arte haya sido elitista. La subvención y el consumo de arte era cosa de las élites, pero estas obras, como buenas herramientas de propaganda cultural, eran legibles para todo el mundo. Eso sí, sólo representaban el mundo según los intereses de una minoría.
La cuestión que quiero suscitar aquí no es qué es arte y qué no, sino qué arte valoramos, teniendo en cuenta la «cultura» y los valores que implica.
@Almudena: «Tampoco estoy de acuerdo en que durante toda la historia el arte haya sido elitista. La subvención y el consumo de arte era cosa de las élites, pero estas obras, como buenas herramientas de propaganda cultural, eran legibles para todo el mundo»
Es que el error es pensar que el concepto de arte actual, es el mismo que en el Renacimiento, cuando en realidad, el concepto de artista se separa del de artesano en el s. XIX. Otra cosa es confundir arte con artesanía.
El diseño, o el cine o la música pop, no son arte en sí mismos, pueden serlo, o no, igual que la pintura o la escultura o el graffiti, son sólo el medio.
Y no veo por qué se deben desprestigiar cien años de arte contemporáneo sólo porque no le guste a las masas, las mismas masas que ven Gran hermano, o adoran a David Bisbal. Bastante complicado es para un artista valorarse a sí mismo y a su obra, como para encima exigirle que haga un «arte complaciente» con las mentes gandulas. El que quiera hacerlo que lo haga, pero que no se extrañe si dentro de 50 años no está su biografía en los libros de texto.
Tú eliges, gustarle a los artistas, o a los galeristas de arte, o bien gustarle a David Bisbal y sus seguidores. Intentar gustar a todo el mundo es pretencioso y poco recomendable por utópico. Y hacer arte para los que no les gusta el arte… porque nadie te obliga a entrar en un museo, igual que nadie me obliga a mi a poner la tele y ver a Bisbal diciendo estupideces.
«Digan lo que digan todos “vemos” igual y oímos igual.»
Esa es una afirmación, cuanto menos discutible. Porque no vemos con los ojos, vemos con la mente, y el bagaje cultural de cada uno determina la interpretación de las cosas que vemos. Porque los egipcios no caminaban de lado en realidad, o porque aquí http://penagos.net/wp-content/uploads/delfines-pareja.jpg un niño ve sólo delfines…
@Rubén:
Mira, hay dos formas en las que un artista enfoca su arte.
1.- Quiere comunicar algo.
2.- Quiere demostrar lo cool que es.
Sí a 1 le añades calidad, tenemos una obra de arte, si no la añades tendremos un producto que por lo menos nos habrá dicho algo.
Eso llega y las masas que tú llamas rechazan el nº 2, que es la carne de elitismo y subvención.
Lo 1 es arte y lo 2 gafapastismo.
Hay muchos «artistas» que creen estar por encima del bien y del mal.
Cuando son criticados, reprochan que no son unos incomprendidos, pobrecitos….
@Rubén: Espero que no te importe que vaya copiando trozos de tu texto para no olvidar contestar a nada. En cualquier caso, espero que sigas por aquí, tu argumentación me parece coherente y creo que puede ser un debate interesante.
«Es que el error es pensar que el concepto de arte actual, es el mismo que en el Renacimiento»
Yo lo veo precisamente al revés. El concepto que la gente tiene de arte, sigue siendo el mismo, ya que la necesidad de arte sigue existiendo. Desde mi punto de vista el arte cumple una función irremplazable. Sin embargo, en ciertos círculos, ese concepto, por lo vago que tiene, se ha desvirtuado para poder dar cabida a fenómenos marginales. En este sentido, me interesaría saber cuál crees tú que es la función del arte, si es que la tiene.
Te daré mi propia respuesta, para que veas de dónde parto. El arte es la identidad visual de cierta cultura: cierto grupo de personas que piensan igual (o parecido), tienen una concepción del mundo parecida, comparten una serie de valores etcétera. Por ello, el arte europeo de la Edad Media nos hablaba del dios cristiano, el arte griego se obsesionaba por las proporciones, el arte del Renacimiento resucitó también la mitología etcétera, etcétera. Toda cultura desarrolla unos modos de expresarse espontáneamente, porque todo modo de pensar lleva implícito ciertas formas. Pero son procesos «colectivos», por decirlo de alguna manera, pienso que el individuo tiene poca importancia en este ámbito, salvo en aquello de su modo de pensar que habla de todos los hombres (de su época o de todas las épocas). De hecho, la función del arte es dar cohesión social a un colectivo, hacerlos sentir «parte del grupo».
Un ejemplo de esto lo tienes en los adolescentes que empiezan a interesarse por el arte, que empiezan elegir su música, su ropa, los pósters que cuelgan en su cuarto… Lo que buscan es una identidad. Yo «soy» esto, y mis formas estéticas reflejan estos valores. Con 13 años me intrigaba por qué una comunista no podía vestir de rosa. En parte, éste es el motivo. En este sentido, niego rotundamente que la gente no sienta interés por el arte: se desentiende del arte tal y como nos enseñan hoy que es el arte, porque lo sienten como algo incomprensible y ajeno. Pero todo el mundo tiene fotos en su casa, pósters, todo el mundo lleva emblemas en sus camisetas, todo el mundo escucha música, del tipo que sea… todo el mundo NECESITA arte y realiza a diario valoraciones estéticas.
Por otra parte, lo que digo no es que el arte comtemporáneo carezca por completo de interés. Para nada, del mismo modo que hay buen y mal diseño (como bien dices), hay buen y mal arte hoy en día, como siempre lo ha habido. De hecho, valoro el arte contemporáneo como una forma de experimentación formal, cuyos éxitos, cuando los tiene, enriquecen también a nuestra sociedad. Las serigrafías de Warhol, están hoy a disposición de cualquiera en las papelerías, incluso con la cara del comprador.
Sin embargo, si buscamos la verdadera identidad visual del siglo XX, lo que tendremos que estudiar es una evolución excepcional de las formas basadas en técnicas de reproducción y distribución masiva: sobre todo, cine, diseño gráfico, fotografía. En este sentido, y ya que los mencionas, los libros de texto son los que están mal escritos: en los míos, sólo aparecían explicados el arte pop y el expresionismo abstracto (sin siquiera mencionar la invención del cine). Sin embargo, no se puede comparar la importancia que tuvo Pollock para el siglo XX, con la importancia que tuvo, por ejemplo, el diseño de la Helvética. Si tuviésemos que elegir una bandera para este siglo, probablemente sería la dichosa «a» de Max Miedinger.
Por otra parte, creo que sí es posible hacer arte de calidad para todos, arte con distintos niveles de lectura. El Gernika se ha convertido en un símbolo antibélico popular, he visto en casas de gente El beso de Klimt, o El grito de Munch como imagen del Messenger. La 9ª de Beethoven es el himno de Europa. El Quijote ha sido leído durante siglos, por niños, adultos y eruditos. Kubrick es entretenido e interesante… no sé, hay miles de ejemplos. Pero todos son obras que, a un nivel superficial, resultan legibles.
“Digan lo que digan todos “vemos” igual y oímos igual.”
Sip, lo defiendo, en términos de inquietud visual o estabilidad, todos vemos igual y tenemos cierto modo de dirigirnos a una imagen, de «leerla». De esto hablaré en algún post, tampoco me quiero enrollar mucho aquí. En cualqueir caso, por el modo en que me contestas, ¿parece que concoes las teorías psicológicas de la Gestalt o la obra de Arnheim?
En cuanto a los delfines, tú concluyes que de una misma imagen, se pueden extraer dos posibles interpretaciones. También se podría pensar que el sistema perceptivo está tan encaminado, tan determinado, que hasta en un montón de manchas abstractas, hemos buscado una significación ¡y sólo se dan 2 posibles interpretaciones! Pero vaya, sí, es un fenómeno curioso, aunque no veo cómo puede afectar a obras artísticas que no se centren, exclusivamente, en este juego visual.
Tengo tanta leña que repartir —para todos— que no me voy a limitar a un comentario… Esto exige un post completo. Permanezcan a la escucha. ;)
Aguardamos impacientes…
@Camarada Bakunin: Esperando estoy… comn el casco puesto por si llueva alguna hostia en mi dirección.
#17 y #18: Estoy en ello.
Mientras tanto un off-topic para los autores de Enchufa2: vuestro blog no sabe contar. Fijaos en el número de comentarios y cuántos comentarios hay relamente.
A pesar de que a Iñaki no le gustará, ya que los gafapastas ahora son fans de muchachada nui, no puedo dejar de poner el link a éste vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=EfV3iu9SWg8
Y de paso recomendar que todo el mundo vea «El retablo de las maravillas» de Els Joglars, que insulta a los mundos del arte moderno, comida estilo Ferran Adria, Opus Dei y política, creo que en ese orden.
Y para acabar mis opiniones que no le importan a nadie, tengo que decir que he pasado largo tiempo discutiendo en internets con fanáticos de diversas cosas, como el diseño inteligente, la homeopatía, el arte moderno, diversos equipos de política, Apple, etc. y me he dado cuenta de que es como hablar con las paredes, ya que cada grupo tiene una frase lapidaria estúpida, normalmente una variación del «Y tú más» que sueltan sin ton ni son y creen que es irrefutable (en el caso del arte, como se ha podido comprobar, es el «pues a la gente le gusta Bisbal»), y como cada vez soy más pasota y más feliz, ahora paso de discutir. Entro, insulto y suelto lo que me parezca y paso de lo que me digan porque no me importa, e igual me quedo viendo las respuestas para pasar el rato si no tengo nada mejor que hacer.
Off Topic: estaría bien un botón de «Vista previa» y/o decir si en los comentarios se soportan tags html. Quería poner el link del vídeo en html para hacerme el guay pero no me he atrevido por si no funcionaba.
@Camarada Bakunin: Sabe contar perfectamente: ten en cuenta que hay un trackback, Camarada. ;-)
@juantxorena: Pues mira, creí que nunca diría esto, pero me ha gustado el vídeo mucho. En cuanto a las paredes varias y las frases lapidarias, tienes toda la razón. Lo que ocurre es que en algunos temas uno todavía es un optimista y cree que puede lograr algo con exhaustivos análisis y buenos argumentos.
Respecto al botón de «Vista previa», personalmente siempre me ha parecido un engorro, pero si la audiencia lo pide, se estudiará a su debido tiempo. Y los tags HTML se pueden usar.
Por cierto, hoy he estado pensando (confieso que la amenaza del Camarada de «repartir leña» me tiene en vilo) y me he dado cuenta de que hay un punto que no queda claro en mi exposición, así que lo aclaro en este comentario, aunque tendrá también una entrada aparte. Donde escribo «elitista», con sus posibles connotaciones positivas (tíos cultos, sabios, eruditos y tal), debería leerse «restringido», «sectario» o algo parecido: sólo comprenden al artista los que se han empollado el código concreto que utiliza ese artista, sin que esté muy claro por qué conocer ese código es algo positivo o enriquecedor. Y eso, cuando existe un código…
#21: Coño, es cierto. El caso es que confunde un poco, pero es verdad.
@juantxorena: Yo de mayor quiero ser como tú… yo todavía nohe llegado a la fase pasota.
[…] un fragmento del comentario de Juantxorena en este mismo blog ayer: […] tengo que decir que he pasado largo tiempo discutiendo en internets […]
[…] Arte y religión: El dogma. ¡Compártelo! Ir al principio Categoría: Arte Ver comentarios | Ver trackbacks Trackback URL […]
[…] otro día, un lector comparaba el arte contemporáneo con un poema en chino, imposible de valorar si desconoces el […]
[…] comer de su arte tiene que comprender que el que paga manda —y esta idea tiene mucho que ver con un artículo que le debo a Almudena—: el artista es una puta para el consumidor de su arte. Si no haces lo que me gusta no comes, tú […]
El arte surge para emocionar. Porque tenemos capacidad de emocionarnos.
La música (el sonido) tiene un poder de influencia cerebral mucho más grande de lo que pensamos.
El arte no se puede medir. Que músico o compositor es mejor. Es absurdo. ¿El que más emociona, el más rápido, el más lento, el que más vende??
Lo popular debe ser más mascado. Que el pueblo quiere circo, démosle circo.
Lo peor es que la música ‘culta’ se ha alejado tanto… que en los conciertos ‘de nivel’ se sigue tocando repertorio de 100 años atrás como mucho.
Y en los conciertos específicos del instrumento, que pueden tocar algo más moderno, van cuatro gatos (músicos) y sus familiares.
Lo que hay es que aportar y punto. Sea Bisbal o Chopin enriquecen o agotan (según se mire) las posibilidades de emocionar.
Antes o después nos aburre o no nos emociona como al principio por lo que queremos más.
Una gran obra emociona o gusta desde un bebé hasta una persona mayor.
No sé, es lo que fue surgiendo tras leer la curiosa pero muy ambigua entrada de este blog que ha sido una grata sorpresa descubrir.
A mi me parece que el arte, lo que es o no es arte, es muy difícil de apreciar cuando surge, porque depende mucho su valor artístico de su permanencia en el tiempo: Más artístico cuanto más se implique con valores humanos «permanentes» y menos con valores «de moda».
Un artista puede crear arte dando al pueblo lo que le pide, y vivirá bien y será rico si lo hace bien. Puede tratarse de «moda» o de verdadero arte.
Otro artista puede intentar esforzarse por entrar puramente en los conceptos más filosóficos, en los valores éticos o morales, creando aquello que he definido antes como «arte». De mejor o de peor calidad, dependiendo del artista. Y puede que viva bien con ello, o que sea un incomprendido y pase hambre. Él sabrá porque ha sido su opción. O se explica mejor, o cambia de profesión, o pasa hambre.
Pero hay 2 grandes «problemas» o falsedades en el mundo del arte actualmente:
Uno, el que muchas «obras de arte», independientemente de su gran o escaso valor artístico, tienen un valor comercial ya atribuído (gigantesco muchas veces), y estamos hablando de inversiones: Sólo se puede vender la obra por lo que ha costado mas una revalorización del nosequé porciento. Puede que quien la compra o quien la vende ni siquiera la hayan mirado. Y parece que cada vez es una obra de arte de «más arte».
El ridículo llega al punto de que a veces ya no es la obra, sino el artista: Si es de tal tipo, vale por lo menos tanto, proque es un «artistón». Y punto.
Y dos: las subvenciones, la mayor lacra del arte. Quien recibe una subvención está siendo pagado para producir algo que no se sabe qué será. Pero si se le ha subvencionado luego no se puede decir que es una porquería, porque entonces el subvencionador (vaya palabreja) demostraría que es idiota. Y si es un mecenas privado, el sabrá lo que hace con el dinero, y se le podrán reir a la cara si hace el idiota. Pero si es una subvención del estado, el estado somos todos… luego crece la tendencia a empezar a pensar, en beneficio propio, que «igual no es tan malo…», o «no, si bien visto, la verdad…».
Y luego el más artista es el más amigo, el que tiene influencias o familia… y surgen a veces las verdaderas tonterias (a veces graciosas) como la que mostraba Almudena con los cubos con cerveza hace poco. Toda una obra de arte, sin duda. Y no es que yo dude del valor social fundamental de la cerveza (y mi barriga puede dar fé), pero vaya, que no se yo si…