Para mí con hielo, por favor

(Esta anotación se publica simultáneamente en Amazings.es)

Debido a la ola de calor que nos azota estos días, es probable que haya proliferado por todo el país la típica conversación de café de las once de la mañana acerca de la rabiosa, en todos los sentidos, actualidad meteorológica. Dada esta circunstancia, y conforme el número de interlocutores crece, la probabilidad de que alguien afirme en algún momento que lo mejor para combatir el calor es una bebida caliente tiende asintóticamente a uno.

¿Bebida caliente? ¿Con la que está cayendo? El sentido común nos dice que nos echemos las manos a la cabeza inmediatamente. Pero también sabemos que a menudo el sentido común yerra estrepitosamente. Así que parémonos un momento a considerar los argumentos que se ofrecen a favor de dicha afirmación. A saber, suele aducirse una o más de las siguientes razones:

  1. La bebida caliente aumenta la sudoración, que es el principal mecanismo por el cual nuestro cuerpo regula el exceso de temperatura.
  2. En el momento de la ingesta, se pasa más calor, pero a la larga es más efectivo el alivio.
  3. Los árabes, incluidos los beduinos en el desierto, los indios, etc., han tomado té hirviendo durante siglos para combatir el calor; (y esta es mi parte preferida) miles de millones de personas no pueden estar equivocadas.

En primer lugar, lo que resulta indudable de esta cuestión es que si ingerimos cierta cantidad de líquido a una temperatura superior a la de nuestro organismo, se va a producir una transferencia de calor en el sentido líquido->cuerpo, y nuestra temperatura corporal va a aumentar. A partir de ahí, es rigurosamente cierto que —si nuestro sistema termorregulador funciona correctamente— va a aumentar la sudoración. Pero esto se da, precisamente, porque el exceso de temperatura es mayor, tenemos más calor y la necesidad de regulación apremia. Ahora bien, algo más caliente se enfriará más rápido, pero esto no quiere decir que se enfríe antes.

El segundo argumento apela únicamente a la sensación que se produce por contraste. Resulta tan válido como pillarse los dedos con una puerta repetidamente con la excusa de que al parar produce placer. Allá cada cual con sus fetichismos.

El último punto, como ya he comentado, es mi preferido por la falacia tan grande y tan repetida que supone. «Millones de personas a través de la historia no pueden estar equivocadas». Tenemos tantos contraejemplos que refutan esta afirmación… Sin embargo, es divertido seguir escuchándola aún hoy en día. Por otro lado, creo que es importante realizar un par de observaciones adicionales. No puede olvidarse el hecho de que, en el desierto o en países donde las condiciones sanitarias no son las mejores, la única forma de beber agua de forma segura es hirviéndola. Además, un beduino en mitad del desierto no tiene forma de enfriar una bebida, así que es estúpido pensar que «opta» por el té caliente para obtener algún tipo de beneficio.

La única forma efectiva de combatir el calor es hidratarse para que nuestro cuerpo tenga algo que sudar. Y todo parece indicar que la ingesta de líquidos fríos ayudará a nuestro cuerpo a regular la temperatura. Pero ¿realmente se producirá así una reducción de la temperatura o nuestro metabolismo se acelerará, produciendo energía, para calentar ese líquido? Llegados a este punto, echaremos mano de la literatura científica en busca de evidencias. No es complicado encontrar un puñado de resultados en PubMed con la cadena «drink temperature» [1, 2, 3, 4]. En dichos estudios, efectivamente, se concluye que las bebidas frías ayudan a modular la temperatura corporal, con especial significación cuando se trata de entornos húmedos y cálidos. Y no solo eso, sino que además parece ser que el rendimiento deportivo aumenta.

Así que, este veranito, mi café que sea con hielo. Gracias.

Un comentario sobre “Para mí con hielo, por favor

  1. Pues tu bebe bebidas frias que yo me seguire fiando de lo que hacen todos los bereberes que realmente viven en el desierto y aguantan temperaturas muy altas.

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